En cualquier país, un hombre de carácter sería considerado un gran hombre, un político elegible. El carácter es la expresión de la fuerza de voluntad.

El país está descuadernado y desmantelado en su seguridad territorial, modelo económico, empresarial, de salud pública y privada por cuenta del Pacto Histórico. Colombia necesita más que nunca un revolcón político, económico y social, que enderece tanto entuerto, tanta incompetencia, tantos desmanes, tanta corruptela, rampante y maloliente.

Como dice el adagio popular, no hay peor ciego que el que no quiere ver, aforismo que sirve para identificar a los connacionales que, por terquedad o negación, deciden ignorar la realidad hasta que es demasiado tarde. Esta actitud nos condujo a la tragicomedia del ingeniero, que a la postre, le abrió el camino al petrismo hacia la Casa de Nariño. No podemos repetir esta historia.

En política no hay muertos. ¿Cuántos candidatos han tratado de llegar a la Casa de Nariño, como el agua que va a la fuente y que finalmente se rompe? Este es el caso de Germán Vargas Lleras, de rostro afilado e inteligente, ‘elegido para tener un destino distinto al de los demás’, como diría Hermann Hesse. La historia ha demostrado que mil rutas se apartan del fin último de Germán, la Casa de Nariño, pero hay una que llega. Como la esencia de la democracia y de la política es elegir y ser elegido, Germán está listo para ambas dignidades.

Su columna del periódico dominical de El Tiempo de hace un par de semanas fue un acto de contrición y de humildad republicana, que es inusual para un político. Al dejar de “lado todas las vanidades, los cálculos políticos y las naturales ambiciones y egos personales” para concretar “una fórmula unitaria que nos permita triunfar e iniciar la reconstrucción de Colombia”, Germán dio un paso hacia su renovación política para apuntarle a la restauración nacional.

Tirios y troyanos reconocen sus capacidades y magnas ejecutorias, su probidad e inclinación política; todos a una, como en Fuenteovejuna, reconocen que a Germán le cabe el país en la cabeza y que en la pasada campaña presidencial tenía el mejor programa de gobierno, que hubiera desarrollado a Colombia en lugar de hundirla como Petro.

La izquierda petrista ha manipulado el relato en las redes sociales con su legión de influenciadores en su contra, al explotar negativamente el coscorrón y el carácter de Germán para impedir que suba en las encuestas y se revele como el candidato de centro derecha que el país necesita. Petro sabe bien que la contienda electoral con Germán en campaña es a otro precio. En cualquier país, un hombre de carácter sería considerado un gran hombre, un político elegible. El carácter es la expresión de la fuerza de voluntad, que Germán tiene de sobra. El que no tiene carácter -como otros precandidatos- es blando en sus concepciones y mediocre en sus realizaciones.

¡Llegó la hora del coscorrón de Germán!

Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
andresespinosa@inver10.co