Resulta fundamental aprovechar la ventana de oportunidad que dejó abierta el Artículo 4º de su providencia para modificar esta errada decisión.

Cuando de cultivos de coca se trata, el Gobierno Nacional ‘se encuentra en el lugar equivocado’, como en la célebre propaganda de la Casita Roja. Al sobreponer este complejo asunto por encima de todo lo demás, el Ejecutivo pone en riesgo las sólidas relaciones estratégicas, geopolíticas y económicas existentes con nuestro principal y más cercano aliado en el hemisferio, Estados Unidos de América. Desde mediados de 1994, el país nacional y el país político no veían una fisura diplomática tan evidente y alarmante, como la que tensa actualmente nuestro fecundo relacionamiento bilateral por culpa del narcotráfico.

Para comprobar lo anterior, basta examinar lo ocurrido en la audiencia pública celebrada la semana pasada en el Comité de Asuntos Internacionales del Senado norteamericano, convocada para discutir el presupuesto de gastos para el año fiscal 2018. Allí, en el sacrosanto recinto de la democracia estadounidense, el senador por la Florida y precandidato a la presidencia, Marco Rubio, manifestó su “preocupación por el aumento masivo de la producción de cocaína en Colombia durante el último año y medio, que coincide con la decisión del presidente Santos de suspender la aspersión área, que él mismo atribuye a no querer fumigar los parques nacionales”. En criterio del senador Rubio, “dejaron de erradicarlos porque no querían alterar el Acuerdo de Paz con las Farc”.

Rex Tillerson, secretario de Estado norteamericano, en respuesta oficial a una pregunta formal del senador Rubio, aseveró que “tuvimos una larga discusión (con los funcionarios colombianos) sobre el por qué del asombroso aumento de las cifras. Dijeron que, en cierto sentido, ellos mismos habían creado este problema, dado que les venían pagando a los cultivadores para que reemplazaran los cultivos ilícitos por cultivos lícitos, y, que este programa se suspendió durante las negociaciones, entonces, lo que hicieron los cultivadores fue plantar más coca para poder acceder a los beneficios”. Tillerson sentenció que “les hemos dicho que tenemos que volver a la aspersión área, tenemos que volver a destrozar estos campos, que están en la primera línea de suministro de cocaína a los Estados Unidos, y que el presidente (Trump) habló con el presidente Santos específicamente sobre este problema”.

A ello se suman las declaraciones de hace ocho días del embajador de Estados Unidos en Colombia, Kevin Withaker, según las cuales “la cantidad de cocaína, independiente de cualquier monto de hectáreas que habrá, va a seguir aumentando porque hay una cantidad de sembradíos de coca en el país que son muy jóvenes”; agregó que “hay una cantidad de coca sin precedentes, hay que dar respuesta a eso”.

Pese a que la Sentencia T-236 de 2017 de la Corte Constitucional le “ordena” al Consejo Nacional de Estupefacientes “no reanudar la aspersión aérea con glifosato”, resulta fundamental aprovechar la ventana de oportunidad que dejó abierta el Artículo 4º de su providencia para modificar esta errada decisión y retornar a la aspersión aérea de cultivos ilícitos antes que sea tarde.