En criterio de la Fiscalía General, la política de erradicación manual de coca ha sido un fracaso; en 2015 solo se intervinieron 14.267 hectáreas.

El fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, puso el dedo en la llaga al recomendarle al Consejo Nacional de Estupefacientes la realización de una reunión extraordinaria para evaluar la reanudación de la aspersión aérea de los cultivos de coca y la efectividad de los programas sociales y de desarrollo alternativos vinculados con la erradicación de los cultivos ilícitos.

 

Las razones para prender las alarmas son de fondo. La transición hacia ‘una paz estable y duradera’ depende de la eliminación de la principal fuente de financiación de la criminalidad en Colombia, el narcotráfico.

Para el Fiscal General, el crecimiento de los cultivos ilícitos “constituye una amenaza para la paz en el territorio”.La Encuesta de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) muestra un aumento del 40 por ciento en el área de cultivos de coca, de 69.132 hectáreas en el 2014 a 96.084 hectáreas en el 2015, cifra equivalente al doble del tamaño de la superficie de cultivo de coca del 2013, que fue de 48.189 hectáreas. La producción de cocaína ascendió a 646 toneladas métricas el año pasado, equivalente a un crecimiento del 46 por ciento con respecto al 2014, resultante del incremento del área y la productividad cocalera.

En opinión de Unodoc, los principales factores económicos que explican la preocupante dinámica evidenciada por los cultivos de coca tienen que ver con la reducción del riesgo inherente a esta actividad ilícita, originada en la suspensión de la aspersión aérea; obstaculización de la erradicación manual mediante bloqueos sociales de la fuerza pública; paro campesino en el Catatumbo, fraguado para evitar la aspersión área y la reducción general de los esfuerzos de desarrollo alternativo en todo el país.

En criterio de la Fiscalía General, la política de erradicación manual de coca ha sido un fracaso; en el 2015 solo se intervinieron 14.267 hectáreas, equivalentes al 14,8 por ciento del área cultivada. Las razones que entorpecen la erradicación manual –voluntaria y forzosa– son las protestas campesinas (345 hasta la fecha); aparición de minas antipersona; munición sin explotar; acciones armadas de grupos ilegales; merma en el personal de erradicación, y las enfermedades tropicales.

La aspersión aérea de glifosato –herbicida sistémico de amplio espectro, que no tiene acción en el suelo– es la mejor opción para solventar las falencias estructurales comprobadas de la erradicación manual de los cultivos de coca en Colombia.

A su probada eficacia, que tanto perturba a los grupos terroristas que se nutren de los pingües beneficios cocaleros, se suma el consenso de los órganos reguladores y las organizaciones científicas alrededor del mundo, como la Agencia de Protección al Ambiente de Estados Unidos, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y el Comité Conjunto de la FAO y la Organización Mundial de la Salud, según las cuales es improbable que el glifosato conlleve un riesgo de cáncer para las personas.

 

Andrés Espinosa Fenwarth

CEO de Inverdies

 

andresespinosa@inver10.co

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