El ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Aurelio Iragorri Valencia, comenzó con pie derecho su compleja labor como rector de la política agropecuaria, al rescatar la institucionalidad sectorial del campo colombiano que se había malogrado por el autismo de años anteriores.

Durante los diferentes encuentros realizados con los líderes gremiales y campesinos, el Ministro Iragorri trazó las líneas gruesas de su propuesta de transformación del agro nacional, que pretende adelantar de manera concertada y transparente con las fuerzas vivas, gremiales y empresariales del sector.

En esencia, el ministro Iragorri afirmó en estas reuniones que el primer pilar de su gestión será “optimizar los resultados de la productividad agropecuaria”, vinculada con la economía campesina, los empresarios y los gremios agropecuarios. Reveló, asimismo, que su segundo pilar será “combatir la pobreza en el sector rural”, para que vuelva a ser fuente de productividad, pues “mientras en el campo sean tres veces más pobres que en la ciudad, pues no hay mucho que hacer”.

El eje del trabajo del Ministro en el campo será el perfeccionamiento de una política agraria integral que articule a los campesinos, los empresarios y los gremios, orientada a fortalecer las cadenas productivas a través de la coordinación de la oferta institucional del Ministerio y demás entidades del sector público.

También indicó que dentro del plan de acción se destacan la focalización de cultivos en las regiones para aumentar la productividad, desarrollo de una política de aguas, mitigación del cambio climático, incremento y consolidación de la investigación, asistencia técnica, protección sanitaria, financiamiento dirigido a la competitividad, almacenamiento estratégico, lucha contra el contrabando de alimentos, además de la priorización y ejecución de las 4.500 propuestas del Pacto Agrario.

Los anteriores lineamientos se irán complementando en la medida en que se conozcan los aportes de la Misión Rural, el Plan de Desarrollo 2014-2018 y el Censo Agropecuario, elementos que, en su conjunto, sustentarán la nueva visión de largo plazo de la política de Estado y desarrollo rural para el agro colombiano.

¡Cómo vamos, vamos bien! Sin embargo, es preciso abordar la reestructuración institucional del Ministerio y sus entidades, que, por su bajo nivel de ejecución, ameritan un revolcón. El Ministerio debe reestablecer la capacidad técnica para formular las políticas agropecuarias y definir las negociaciones internacionales del sector, en coordinación con la Cancillería y el Ministerio de Comercio. La reestructuración del ICA y el Incoder son fundamentales para ejecutar una política de Estado para el agro.

El Banco Agrario exige una fuerte sacudida –y un enroque directivo con Finagro–, dado que mantiene ociosos el 50 por ciento de sus activos en títulos de deuda por 10 billones de pesos, equivalentes al doble del presupuesto del Ministerio de Agricultura, en lugar de apalancar proyectos productivos en favor del campo.