Llegó Petro a la Casa de Nariño, y de golpe y porrazo, rompió las entrañables relaciones diplomáticas, comerciales, militares y de amistad con Israel.

No hay ningún país en el mundo cuyo derecho a existir, incluido su derecho soberano a defenderse, pueda ser cuestionado. Si un país no tiene derecho a defenderse, deja de existir cuando es atacado. No hay ningún país en el mundo, Irán, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia, China o Estados Unidos, cuyo derecho a existir se vea impugnado a nivel internacional.

Existe, sin embargo, un doble rasero cuando se trata de Israel, la única democracia del Medio Oriente, arraigada en medio de monarquías familiares absolutistas, teocracias religiosas confesionales, dictaduras radicales o regímenes semi presidencialistas. Ningún otro país en el mundo vive en permanente amenaza por una nación vecina como Israel, Irán, y sus milicias paramilitares de Hamás en Gaza, Hezbolá en el Líbano y Hutíes en Yemen. Irán.

Estas malignas organizaciones terroristas, que tienen un arsenal bélico con 200.000 misiles iraníes, abogan por una “lucha contra los judíos” y “la destrucción de Israel” para darle cabida a un “Estado palestino desde el río Jordan hasta el mar Mediterráneo”. La comunidad internacional no puede aceptar esta amenaza existencial; debe, por el contrario, condenarla y rechazarla con firmeza e insistencia. No puede ser de otra manera. Pero fatalmente lo es.

Cuando irrumpe el antisemitismo se borran de un plumazo todas las formas diplomáticas y políticas. El antisemitismo desnuda el alma de quien lo padece y lo deja en los huesos como realmente es, un pobre de espíritu. Nuestro país no se merece la mala suerte de haber caído en las malas artes de un racista que se siente iluminado como si fuera un profeta que vino a salvar al mundo de la desintegración. En Sevilla, España, el presidente Petro se fue lanza en ristre contra el Antiguo Testamento al declarar que “el pueblo judío ya no es el pueblo escogido por Dios”. Vaya atrevimiento; contradecir las Sagradas Escrituras, que datan de 1.300-1.400 años antes de Cristo.

Por décadas, Israel ha sido una de las naciones más cercanas, amigos de Colombia. En los 76 años de historia del Estado de Israel, el país ha superado un gran número de desafíos, que ambos, los colombianos y la comunidad judía, han sabido sortear, aun en los tiempos más difíciles. Israel nos ayudó con equipamiento militar en los años posteriores a la descertificación estadounidense de mediados de los años noventa hasta que llegó Petro a la Casa de Nariño, y de golpe y porrazo, rompió las entrañables relaciones diplomáticas, comerciales, militares y de amistad con Israel.

La seguidilla de graves ofensas antisemitas contra Israel no representa la opinión de los colombianos. Como podría alguien en su sano juicio estar de acuerdo con la comparación de Israel con Hitler, el mayor verdugo del pueblo judío y el más siniestro de los genocidas de la historia moderna. 

Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
andresespinosa@inver10.co