La precaria situación cambiaria tiene al país nacional y empresarial al borde de un ataque de nervios. La abundancia petrolera generada por Estados Unidos, Rusia y la estrategia de producción por encima de las cuotas de producción de los 12 miembros de la Opep empujan, por un lado, el precio del petróleo WTI hacia las cotizaciones de hace siete años, ubicadas al interior de la franja de 30 a 40 dólares el barril, y por el otro, fortalecen instantáneamente el dólar y promueven una mayor devaluación del peso colombiano, especialmente si la Reserva Federal comienza a elevar los tipos de interés.

A nivel nacional, el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos para finales de este año puede superar los 20.800 millones de dólares, equivalente al 6,7 por ciento del PIB, el registro más elevado del mundo entre las economías avanzadas, emergentes y en desarrollo, analizadas por la revista The Economist. La principal causa de este insostenible desequilibrio cambiario se origina en el déficit comercial (exportaciones menos importaciones), de 16.100 millones de dólares estimado para el 2015. Este resultado también favorece la devaluación del peso, con lo cual se mantiene nuestro ‘pronóstico asustador’ de 3.500 a 4.000 pesos por dólar, como lo denominó Semana en sus ‘Confidenciales’, e incluso, acrecienta la probabilidad de ocurrencia en el corto plazo.

El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, coincide con el diagnóstico de apuro cambiario. De acuerdo con una reciente entrevista, concedida al diario El Tiempo, Cárdenas afirma que “el déficit comercial actual no es sostenible. Hay que reducirlo”. Argumento particularmente válido si tenemos en mente que hasta ahora, el país ha financiado holgadamente el desequilibrio externo con los recursos provenientes de la inversión extranjera directa y de portafolio, los cuales se han mermado este año en 11.500 millones de dólares, por el desplome del petróleo y la carga impositiva de 69,7 por ciento sobre utilidades –la décima más gravosa del planeta– y la consecuente pérdida de apetito internacional por los papeles que se transan en la Bolsa de Valores de Colombia.

La receta del ministro Cárdenas para hacerle frente al colosal desfase de la balanza comercial, abarca el aumento de las exportaciones y la reducción de importaciones. En la misma línea de pensamiento se encuentra el ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, con su plan ‘Colombia Siembra’, el cual proyecta fomentar las exportaciones y promover la sustitución de importaciones de 5 millones de toneladas de alimentos.

A pesar de este preocupante escenario de estrechez cambiaria que vive el país y de las soluciones propuestas para conjurarla, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo trabaja en una rebaja arancelaria a puerta cerrada, sin concertación al interior del Gobierno y al margen de los gremios, que agravaría el déficit de la balanza comercial, alimentaría la devaluación del peso, destruiría los cimientos de ‘Colombia Siembra’ y borraría de un plumazo los TLC.