Las elecciones generales anticipadas del mes de febrero muestran la creciente y profunda polarización entre el Este y el Oeste de Alemania, por el resurgimiento de la extrema derecha, con temibles simpatizantes neonazis.

Alemania, el motor de Europa, se encuentra en franca y preocupante decadencia. La crisis de la manufactura alemana, y en particular, de la industria automotriz, que era el modelo del mundo entero por su refinada ingeniería, se encuentra en jaque ante la omnipresencia tecnológica y los subsidios estatales chinos, que han tomado la delantera en el proceso de electrificación automotriz global.

Alemania se encuentra en recesión desde hace dos años. El 2025 será una reiteración de la desindustrialización alemana y la prueba reina de su decadencia. Alemania, un país extraordinario, que resurgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, no encuentra un lugar en la mesa de las potencias económicas y tecnológicas del mundo, dominado ampliamente por Estados Unidos y China. En una reciente visita al Festival de Bach en la antigua ciudad de Leipzig, pudimos comprobar el abandono de su infraestructura vial, puentes, parques y autopistas, el ocaso tecnológico y operacional de su red ferroviaria, que en el pasado era la maravilla de Europa.

Resulta igualmente preocupante la fractura política de la primera nación europea, un país sin gobierno desde noviembre pasado, que ha dejado de ser la locomotora que conducía a Europa. Las elecciones generales anticipadas del mes de febrero muestran la creciente y profunda polarización entre el Este y el Oeste de Alemania, por el resurgimiento de la extrema derecha, con temibles simpatizantes neonazis.

La alianza conservadora democristiana, CDU/CSU, liderada por el potencial canciller, Friedrich Merz, obtuvo la mayor votación con el 28,5%, pero el peor resultado desde 1949. El segundo partido político más votado, la AfD, Alternativa para Alemania, partido de extrema derecha creado en 2013 obtuvo el 20,9% y el bastón de la oposición. La AfD duplicó los votos de 2021 y vistió de azul a los antiguos Estados comunistas, donde consiguió amplia mayoría. La evolución de la extrema derecha en Alemania se explica por la desigualdad económica y social perpetuada por la reunificación alemana, el aumento del costo de vida, la inmigración desbordada y la guerra en Ucrania, elementos que presagian su ascenso en las elecciones de 2029.