Uno de los principales problemas que aqueja nuestra agricultura tiene que ver con la disfuncionalidad estructural de la comercialización del sector.

Por lo general, los productores del agro nacional se relacionan comercialmente a través de intermediarios, incluso en los casos de las grandes empresas que tienen sus canales de mercadeo conectados con las cadenas globales de valor a nivel local e internacional.

La cruda realidad es que el grueso de nuestros agricultores no dispone de los medios necesarios para el mercadeo ni el almacenamiento de sus productos, o dependen de terceros para ello. Además, es común encontrar muchos productores y pocos compradores, pero integrados, con lo cual estos consolidan sobre aquellos su mayor poder de mercado. En ocasiones, cada vez más recurrentes, las estructuras monopsónicas resultantes, con capacidad para deprimir los precios agropecuarios mediante el control que ejercen sobre la demanda, reflejan veladamente abusos de posición dominante, que a la postre, se traducen en menores ingresos para los productores del agro nacional, y en consecuencia, explican la menguada capacidad de negociación sobre los importes de venta de sus productos.

La experiencia internacional recomienda el desarrollo de mercados agropecuarios integrados, con una infraestructura mercantil de bolsa de físicos, que permitan absorber los choques de demanda y de comercialización de la producción rural, y que, además, promuevan la integración eficiente de las cadenas productivas. La Bolsa Mercantil de Colombia es la única bolsa de bienes y productos agropecuarios y agroindustriales del país; en tal virtud, está llamada a participar, de manera decisiva, en el reemplazo del nudo gordiano de la comercialización agropecuaria nacional por un círculo virtuoso, técnico e integral, compuesto por mecanismos institucionales de mercado, que permitan vincular a compradores y vendedores en un escenario seguro y confiable. A fin de reducir la pesada carga que generan los intermediarios, promover la comercialización y el financiamiento de los productos del campo, por medio de su robusta plataforma tecnológica transaccional, gestión de riesgos, confiabilidad de la información de mercado, políticas de control interno y seguridad de sus operaciones de bolsa de físicos.

Para ello, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y la Bolsa Mercantil suscribieron recientemente un Convenio Marco a cinco años, que permite articular las políticas públicas y los esfuerzos privados en la estructuración e implementación de instrumentos de comercialización en su plataforma electrónica transaccional, a favor de mayor eficiencia, formalización y modernización de los esquemas de negociación de las actividades agropecuarias de nuestro país.

El estudio preparado por el suscrito para la Bolsa Mercantil, titulado ‘Instrumentos de comercialización agrícola y fuentes de liquidez para el sector’, pretende ser parte de la solución de las falencias del mercado rural, mediante la implementación en bolsa de la agricultura por contrato, seguros de cosecha, coberturas cambiarias y de precios, mecanismos de administración de contingentes arancelarios, factoring electrónico, compras públicas de alimentos y administración de incentivos para transporte y almacenamiento en centros de acopio.