Desde 1995, Colombia ha intentado ingresar al Foro de Cooperación Económico Asia-Pacífico (Apec), para mostrar su supuesta vocación hacia el Pacífico. En verdad, estos loables esfuerzos de retórica diplomática no han arrojado resultados prácticos. La razón de fondo que le impide a Colombia entrar a la Apec es incontestable. En palabras de Víctor Traverso, representante de la CAF en Colombia, el problema es que Buenaventura es la única ciudad-puerto en el Pacífico latinoamericano, que no cumple con las exigencias de la Apec en materia de infraestructura, logística, dragado del puerto y desarrollo urbano integral.

 

La problemática que agobia a Buenaventura está sobrediagnosticada. Existen al menos 10 documentos del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) que identifican la importancia del Puerto de Agua Dulce; precisan el carácter estratégico del proyecto de profundización del canal de acceso al puerto; proponen la mejora en la calidad de vida de la población de Buenaventura y reconocen la importancia de la doble calzada del corredor Buga-Buenaventura. Estas directrices, reconocidas como políticas de Estado, no avanzan adecuadamente, o simplemente, duermen el sueño de los justos.

Ahora, el Gobierno pretende bautizar a Buenaventura como la ‘Capital Natural de la Alianza del Pacífico’, sin resolver, primero y ante todo, los gravísimos problemas de orden social y seguridad que separan cada vez más a la ciudad de Buenaventura de su puerto marítimo. De acuerdo con la Cámara de Comercio de Buevaventura, el 80 por ciento de la población –de 390 mil personas– vive en la pobreza; el desempleo supera el 63 por ciento, el más elevado del país; el municipio ocupa el último lugar en las Pruebas Saber. Hace un año, el recordado periodista Antonio José Caballero, denunció en sus crónicas la macabra práctica de las ‘casas de pique’ de Buenaventura, donde bandas criminales descuartizan a sus atemorizados pobladores, arrinconados por la microextorsión que cobra hasta por salir de casa.

El terminal marítimo de Buenaventura no cuenta con la profundidad requerida de 15,5 metros para permitir las maniobras de buques de gran calado. Cuando la marea baja, la profundidad es inferior a 9 metros, con lo cual los buques de mayor desplazamiento deben esperar horas o desviarse a puertos vecinos. La doble calzada Buga-Buenaventura se inició en el 2007; los cálculos más serios indican que estará terminada en el año 2020.

Buenaventura no puede competir con sus pares de la Alianza del Pacífico. Los puertos de San Antonio en Chile, Callao en Perú, Lázaro Cárdenas y Manzanillo en México, son exitosos modelos de puerto-ciudad, dotados de calado más profundo, excelentes vías de acceso, transporte multimodal y menores costos de manejo de carga.

¡El país reclama menos discurso y más gestión!