De los 38 sectores valorados por el Dane, 32 exhiben protuberantes descensos de dos dígitos.
Se entiende por recesión industrial una caída significativa de la actividad manufacturera sostenida durante al menos dos trimestres consecutivos. Este parece ser el signo económico de lo que se viene próximamente para nuestro país. El impresionante desplome de la producción industrial del 6,8% en el mes de abril es significativo y explica las razones por las cuales se han prendido todas las alarmas empresariales de nuestro país.
De los 38 sectores valorados por el Dane, 32 exhiben protuberantes descensos de dos dígitos, entre los cuales sobresalen la fabricación carrocerías para automotores (-48%), vehículos (-42,8%), artículos de viaje (-28,9%), productos eléctricos (-27,1%), productos textiles (-15,3%), jabones y detergentes (-14,2%), confección de prendas de vestir (-14,1%), actividades de impresión (-14,1%), bebidas (-13,4%), azúcar y panela (-11,1%). La postración industrial nacional impactó adversamente el empleo en 1,1% en igual periodo en 25 renglones fabriles. La caída en el personal ocupado fue aguda en carrocerías para automotores (-8,9%), artículos de viaje (-8,7%), vehículos (-7,1%), bebidas (-6,0%), confecciones (-4,4 %), textiles (-7,0%), aparatos eléctricos (-6,1%), actividades de impresión (-2,3%).
De acuerdo con la Encuesta de Opinión de abril del 2017 de la Andi, los principales obstáculos que enfrentan el 55% de los empresarios en Colombia para el normal desarrollo de sus negocios son la falta de demanda (29,4%), el contrabando (13,1%) y la incertidumbre tributaria (12,7). La debilidad de la demanda agregada se explica por el pronunciado declive observado en el gasto de los hogares, afectados en sus bolsillos por las sucesivas reformas tributarias, el alza del IVA, las tasas de usura del crédito de consumo y la devaluación; sumado al desplome de la formación bruta de capital y la debilidad estructural de nuestro sector externo, especialmente de nuestras exportaciones.
En mayo del 2017, comparado con el año anterior, las cosas pintan aún peor. De acuerdo con el Indice de Fedesarrollo, las Expectativas del Consumidor y las Condiciones Económicas cayeron en 12,4% y 23,7%, respectivamente. A la pregunta si tendremos buenos tiempos económicos en los próximos 12 meses, el 43,1% respondió negativamente; para comprar neveras, televisores y cosas del hogar, las respuestas fueron adversas en 21,4%.
El indicador que mide la disposición para adquirir vivienda también se redujo, especialmente en Bogotá y Bucaramanga. El balance de los consumidores para la compra de automóviles fue igualmente negativo en mayo de este año, mercado frenado por el alza de la tasa de cambio.
El principal revés de confianza de los consumidores se concentra en Bogotá, Medellín, Bucaramanga y Cali. Barranquilla evidencia datos positivos en los resultados desagregados por ciudad, con lo cual se confirma la favorable percepción local de la administración municipal. Por último, según Fedesarrollo, la confianza de los consumidores se deterioró en todos los estratos socioeconómicos del país, particularmente en el bajo y medio. Ahora más que nunca se requiere más mercado, por medio de un cambio en la metodología del cálculo de las tasas de usura, políticas inteligentes como ‘Colombiano Compra Colombiano’ y la lucha efectiva para diezmar el contrabando.