El Tribunal de Bogotá confirmó la inocencia plena de Uribe y le restituyó su estatura moral y política en el momento en que el país más lo necesita.

La justicia en Colombia se resume en un conocido adagio popular, según el cual ‘la justicia cojea, pero llega’. En la mitología griega, la diosa Temis representaba la justicia con una balanza en una mano y una espada en la otra. La venda en los ojos se añadió posteriormente en las culturas occidentales para simbolizar una justicia objetiva e imparcial, representación que subsiste hasta nuestros días.

La ordalía judicial y la persecución política perpetrada contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez es precisamente el espejo de la justicia colombiana, que cojea pero llega, después de un proceso que duró más de 10 años. El Tribunal Superior de Bogotá, en una sentencia épica de 699 páginas, lo absolvió en segunda instancia de todos los cargos por el supuesto soborno a testigos en actuación penal y fraude procesal. El Tribunal dejó, por tanto, sin efectos jurídicos la integralidad de la condena de julio pasado de la cuestionada jueza Sandra Heredia, en la cual el exmandatario había sido hallado culpable y condenado injustamente a 12 años de prisión y a una multa millonaria.

El Tribunal Superior de Bogotá evidenció que la jueza Heredia, que en tres ocasiones reprobó el examen de méritos y formación legal del Consejo Superior de la Judicatura exigido para acceder al cargo, adelantó un proceso de justicia simulada -la mayor de las injusticias, según Platón-, con apariencia de argumentación legal, deficiente, plagado de errores y opiniones sesgadas, derivadas de la subjetividad de su valoración. A la postre, la sumatoria de estas graves falencias judiciales invalidaron su fallo -o falla- de primera instancia.

La jueza Heredia no tuvo en cuenta la piedra angular de todo proceso legal, la presunción de inocencia, sin la cual se revierte la carga de la prueba en contra del imputado, que queda a merced de la arbitrariedad del ente acusador.

La jueza Heredia tampoco reconoció la colaboración de los testigos de la defensa, particularmente aquellos que probaron que el testigo estrella contra el expresidente Uribe, Juan Guillermo Monsalve, le había mentido al Senador Iván Cepeda cuando dijo que Uribe había pertenecido al bloque Metro, del cual nunca fue integrante.

El Tribunal Superior calificó el proceder de la jueza Heredia como “grave negligencia”. Como lo fue su convalidación de las interceptaciones ilegales adelantadas sin orden judicial contra el expresidente Uribe, que la jueza Heredia estimó “razonables” y que el Tribunal Superior valoró como “mayúsculo descuido, ligereza e impericia”. Pese a lo anterior, las presuntas víctimas anunciaron que acudirían a la tercera instancia de casación para promover un eventual juicio de legalidad de la sentencia.

Así las cosas, el Tribunal Superior de Bogotá confirmó la inocencia plena del expresidente Uribe y le restituyó su estatura moral y política en el momento en que el país más lo necesita.

ANDRÉS ESPINOSA FENWARTH
​Miembro del Consejo Directivo del ICP.
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