Desde finales de los años noventa, China ha crecido, en promedio, 10% anual, y el ingreso de las familias aumentó 6%.

Durante las últimas cuatro décadas, China ha desarrollado en grado superlativo su infraestructura física, la base industrial y la red de innovación tecnológica, adelantos que a EE. UU. le tomaron un siglo entre 1870 y 1970.

Después de un estupendo viaje a ocho ciudades en igual número de provincias chinas con un grupo de doce queridos amigos, realizado como un sueño durante un mes, acompañados de guías chinos de habla hispana o inglesa, fuimos testigos de excepción del progreso económico, universalización del sistema de pagos digitales, controles biométricos permanentes, urbanizaciones verdes y sostenibles, electrificación del transporte y occidentalización de la cultura ciudadana china, que debemos calificar de asombrosos.

Los modernos aeropuertos, estaciones de transporte, autopistas, redes ferroviarias del tren bala, represas hídricas, plantas de energía nuclear de tercera generación, puentes, viaductos, parques nacionales, redes de comunicación 5G, así como el armamento militar desplegado con motivo de la celebración de la fiesta nacional el pasado primero de octubre en Beijing, son igualmente impresionantes. 

Desde 1998, el avance de China ha sido extraordinario. El líder del Partido Comunista Chino, Deng Xiaoping (1904-1997) inmortalizó entonces su visión ideológica en el concepto “socialismo con peculiaridades chinas”. Después del fracaso de la revolución cultural de Mao -fallecido en 1976-, que dejó 78 millones de muertos y una nación feudal arruinada, que para entonces tenía 500 millones de habitantes, Xiaoping implementó una reforma económica y política con una apertura al exterior, que le permitió a China sacar de la pobreza a 750 millones de connacionales.

El “socialismo con peculiaridades chinas” se originó en la combinación del marxismo-leninismo, el pensamiento comunista de Mao, la antigua moral de virtudes confucianas y aportes desarrollistas y de inserción internacional de Xiaoping. En lo económico, el modelo de mercado socialista chino enfatiza la planificación quinquenal y el estatismo, con un Estado como socio de las actividades empresariales de envergadura nacional y global; actualmente, sin perjuicio de negocios privados que le aporten beneficios al socialismo de mercado.

En lo político, su actividad se centra en el autocrático Partido Comunista, que ejerce control pleno y dirección socialista desde el Politburó, sin oposición política, de una nación de 1.400 millones de almas, donde se puede disentir, pero no protestar. Desde 2023, Xi Jinping, elegido por tercera vez jefe de Estado, secretario general del Partido Comunista y presidente del Comité Militar Central, ejerce un mandato centralizado de reelección permanente.

Desde finales de los años noventa, China ha crecido, en promedio, 10% anual, mientras que el ingreso de las familias aumentó 6%, con lo cual el consumo privado subió en forma significativa, pero lo hizo aún más el ahorro nacional, que alcanzó los niveles mas altos de la historia. Estos billonarios recursos han financiado la pasmosa evolución socialista de mercado de China del presente siglo. 

ANDRÉS ESPINOSA FENWARTH
​Miembro del Consejo Directivo del ICP.
andresespinosa@inver10.co