La corrupción ahoga a sus gobiernos. Ministros y altos funcionarios son encausados en ambas orillas del Atlántico. La corrupción golpea las aldabas del Palacio de la Moncloa en Madrid y de la Casa de Nariño en Bogotá.
Se dice de los políticos que son pelos de la misma perra cuando comparten visiones y experiencias similares, así se encuentren en las antípodas geográficas. Este podría ser el caso de Pedro Sánchez, presidente socialista de España, y Gustavo Petro, presidente socialista de Colombia. Como políticos, ambos siguen a pie juntillas un manual de resistencia contra la adversidad, que en lugar de frenarlos -como sería natural- les ha servido de viento de cola para llegar a las más altas dignidades, la presidencia de España y de Colombia.
Ambos mandatarios se precian de ser progresistas, adjetivo para indicar que son de izquierda moderada -si se quiere- de centro izquierda, o de socialismo democrático, pero socialistas al fin y al cabo.
Pertenecen por igual a partidos políticos mal llamados progresistas, el PSOE y Colombia Humana, que en el poder, han mostrado una cara cada vez más estatista y autocrática, que miran con ojeriza a los empresarios y a la oposición, y desprecian las fuerzas motrices del capitalismo y del liberalismo económico y democrático.
Gobiernan con la mentira, que prima sobre la verdad. Uno y otro nadan en la mediocridad. Para ser parte del régimen, la meritocracia no cabe, se combate con la pasión de un cruzado.
La corrupción ahoga a sus gobiernos. Ministros y altos funcionarios son encausados en ambas orillas del Atlántico. La corrupción golpea las aldabas del Palacio de la Moncloa en Madrid y de la Casa de Nariño en Bogotá.
El calvario judicial por la presunta comisión de actos de corrupción y delitos contra la Administración Pública, que les espera a Begonia, la bella esposa del presidente Sánchez, a su hermano David, y a Nicolás Petro, hijo del presidente Petro, los une en la fatalidad.
El Congreso de los Disputados español y el Congreso Nacional de Colombia les negaron los proyectos de presupuestos estatales por carencia de mayorías parlamentarias. El blanqueo judicial de los terroristas etarras en España y la desjudicialización de la guerrilla en Colombia son cara y sello de la misma moneda.
¡Pelos de la misma perra socialista!