La mentira política no pretende engañar al opositor, que no traga entero, sino seducir a sus seguidores.
Como en la fábula de Esopo, “El pastorcillo mentiroso y el lobo”, el presidente Petro parece estar declamando a voz en cuello: ¡El lobo, el lobo viene! ¡Por favor, ayúdenme! No es la primera vez que el mandatario acude a este cuento infantil. Unos meses después de la toma de posesión de agosto 7 de 2022, empezó a sonar el escándalo de la financiación ilegal de la campana presidencial. La reacción oficial sorprendió a todos. Se estaba tramando un golpe de Estado -dijo el mandatario- y llamó a la movilización popular para defender a su gobierno.
A mediados de 2023, el rechazo parlamentario a la desatinada reforma a la salud fue desafiada -de nuevo como en la fábula- con una bala de salva de golpe blando contra el Estado, complementado con el llamado a una marcha ciudadana de defensa de sus reformas sociales.
A raíz de la suspensión de su canciller, Alvaro Leyva, por los líos en la contratación de los pasaportes con Thomas Greg & Sons y el allanamiento a Fecode en busca de pruebas sobre la omisión de registro contable de la financiación a la campaña presidencial, Petro volvió a trinar, como en la fábula de Esopo, sobre un golpe de Estado y marchas populares.
El Consejo Nacional Electoral, CNE, decidió por mayoría el 8 de octubre, abrir investigación administrativa y formular cargos a la campaña presidencial de la coalición del Pacto Histórico, al candidato, el gerente, el tesorero y el auditor por ser solidariamente responsables por la presentación de los informes contables y el presunto incumplimiento del régimen de financiación electoral.
En respuesta a esta determinación del CNE, sustentada en la Constitución Nacional y en la Ley 996 de 2005, el mandatario escribió en la red social X, como en el cuento de Esopo, “ha comenzado el golpe de Estado” y añadió que “todas las organizaciones populares del país deben entrar en asamblea permanente”.
Carlos Granés nos explica en su columna del ABC de Madrid, cuál es la función de la mentira y su naturaleza. La mentira en política ya no se usa para engañar al pueblo, o no tanto, o al menos no tan directamente. Lo que se busca es poner a prueba la lealtad del rebaño de seguidores. Allí se encuentra la inverosímil peripecia, la mentira política no pretende engañar al opositor, que no traga entero, sino seducir a sus seguidores.
Como le ocurre al pastorcillo mentiroso, nadie le cree. Nadie quiere tumbar al presidente. El país nacional y el país político bien saben que este bulo conspirativo, esta noticia falsa es una ficción oficial propagada para generar caos y controlar la narrativa política; otra cortina de humo, otra engañifa para medirla, controlarla y procurar quedarse en el poder “hasta cuando el pueblo quiera”.
¡No pasará!
ANDRÉS ESPINOSA FENWARTH
Miembro del Consejo Directivo del ICP