El endurecimiento de las sanciones al sector petrolero venezolano tendría un impacto limitado en el corto plazo.

Por estos días, el nombre del juego en Washington es exclusivamente electoral. En el evento en que Estados Unidos impongan nuevas sanciones económicas a Venezuela, se sigue sopesando el riesgo que impacten los precios del petróleo. Washington ha permitido, por ahora, que la petrolera estadounidense, Chevron, continúe sus operaciones con la empresa estatal venezolana, Pdvsa.

En octubre pasado, Maduro y la coalición opositora respaldada por EE. UU., firmaron el Acuerdo de Barbados, pero la tinta apenas se había secado cuando la dictadura comenzó a incumplirlo y fraguar el robo electoral del siglo.

La producción de hidrocarburos de Venezuela, que alguna vez fue uno de los principales productores mundiales de petróleo, se desplomó de 2,9 millones de barriles por día en 2014 a menos de 400.000 barriles diarios en 2020, como resultado de la corrupción y el impacto de las sanciones de ‘máxima presión’ de la era Trump, aplicadas para tumbar a Maduro. Con la ayuda del levantamiento temporal de las sanciones en octubre de 2023 y la activa participación de Chevron, Venezuela ha impulsado la producción de crudo a un promedio de 904.000 barriles diarios en el primer semestre de este año, según cifras de la OPEP.

El alivio temporal de las sanciones por parte de la administración Biden, le permitió a Venezuela vender su petróleo directamente, sin tener que usar terceros en el mercado negro, que cobran elevadas tarifas de intermediación. Las compañías petroleras han aprovechado el respiro de las sanciones norteamericanas para acudir a Caracas, durante los últimos seis meses, en busca de posibles arreglos con Maduro.

Shell y la compañía nacional de gas de Trinidad firmaron un convenio para exportar gas venezolano costa fuera, a través de la isla caribeña, mientras que Repsol de España y Maurel & Prom de Francia también refrendaron sus contratos, cuyas licencias operativas se deben revocar para aumentar la presión contra el asfixiante sátrapa caribeño.

El endurecimiento de las sanciones al sector petrolero venezolano tendría un impacto limitado en el corto plazo, pero dañaría su recuperación a largo plazo, a menos que se involucre directamente a Chevron, la poderosa petrolera estadounidense.

Chevron, que aún se beneficia de los privilegios de contar con su propia licencia para operar en Venezuela, es el inversionista más importante del país en el sector de hidrocarburos. De acuerdo con Asdrúbal Oliveros, director de la consultora Ecoanalítica, con sede en Caracas, “la reimposición de sanciones afectará levemente la disponibilidad de diluyentes en proyectos que no sean de Chevron”.

Sin embargo, si las sanciones de Estados Unidos incluyen la totalidad de las operaciones de Chevron con Pdvsa en Venezuela, su eficacia se elevaría exponencialmente, y en consecuencia, se aumentaría la probabilidad de una transición política a favor del presidente electo, Edmundo González, actualmente asilado en España. 

ANDRÉS ESPINOZA FENWARTH
​Miembro del Consejo Directivo del ICP
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