Mi batalla contra el linfoma del manto

El autotrasplante de médula ósea es uno de los procedimientos médicos más complejos de la medicina contemporánea. 

El cáncer es temible en todo sentido, como formidable es la determinación y el agradecimiento de enfrentarlo con el amoroso soporte de mi familia, mis queridos amigos, apreciados colegas de RCN y del ICP y la admirable asistencia de la ciencia médica y de Colmédica, que, entre todos, constituyen un círculo virtuoso de sanación física, mental y espiritual.

Todo comenzó en el segundo semestre de 2022, con un hallazgo incidental en un examen rutinario con mi urólogo, el Dr. Pablo Gómez Cusnir, quien detectó que el bazo estaba agrandado; después de un examen de sangre y una ecografía, me refirió al Dr. Enrique Pedraza Mesa, hematólogo, fundador y jefe de la Unidad de Trasplante de Medula Ósea de la Clínica de Marly de la calle 50, considerada la mejor del país y de Latinoamérica. 

Su vida siempre ha estado conectada, afectiva y profesionalmente a Marly, con una sabia fusión entre ciencia y manejo humanista del paciente, del personal médico y de enfermería que lo apoyan incondicionalmente.

El primer paso consistió en determinar un diagnóstico certero, esencial para un tratamiento acorde con la ominosa enfermedad.

E
ste proceso se inició con una biopsia de medula ósea el 4 de noviembre, que salió positiva; había, efectivamente, cáncer en la sangre. Para definir el subtipo de cáncer -entre 70-, el Dr. Pedraza ordenó múltiples exámenes en diferentes hospitales hasta que la Junta Médica de Hematólogos de Marly concluyó que tenía un linfoma raro del manto no Hodking en fase leucémica, en estadio 4, de alto riesgo.

El tratamiento comprende tres fases: la primera, seis ciclos de quimioterapia para lograr la remisión de la enfermedad, como en efecto ocurrió; la segunda de consolidación consistente en el autotransplante de mis células madre, dado que fui considerado apto para ese procedimiento; la tercera es de mantenimiento para prolongar la remisión con Rituximab, administrado por dos años después del autotransplante.

La Unidad de Trasplante de Marly, donde estoy, cuenta con 13 camas hospitalarias que funcionan como una unidad de aislamiento para hacer manejo de cuidado hematológico intensivo, tiene protocolos de asepsia especiales, tanto médicos como de enfermería, y permite recibir pacientes para trasplante de médula ósea con leucemias y linfomas malignos como el mío.

El autotrasplante de médula ósea es uno de los procedimientos médicos más complejos de la medicina contemporánea, como lo son sus tremendos efectos colaterales, el cual usa grandes dosis de quimioterapia -10 a 20 veces las de una terapia convencional- para destruir toda célula tumoral maligna remanente. El objetivo es resetear el sistema inmunitario y luego, a través de un transfusión periférica de mis células madre, previamente recolectadas, restituir mi sistema inmune y mi salud. Milagro de vida, fe en la Virgen de Schoenstatt y gratitud eterna para todos aquellos que lo hacen posible.

Andrés Espinosa Fenwarth

Miembro del Consejo Directivo del ICP.
andresespinosa@inver10.co

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3 comentarios

  1. Amparo Franco A

    Animo Andres, tienes mucho coraje y valor, saldrás adelante pronto y bien!!!
    Un sentido abrazo

  2. Marcela G de Cortes

    Andres, estamos contigo!!!!!animo! Arriba del señor no hay nada !!!!!la fe mueve montañas ! Buen articulo! 😍🙏🏻

  3. ADRIANA SENIOR MOJICA

    Bendigo tu fortaleza, tu fe, tu testimonio de vida. Un abrazo lleno de admiración, solidaridad y cariño