Lula necesita ganar más votos de centro, para lo cual es previsible que matice artificialmente su discurso socialista.
Del total de 118 millones de votos válidos, el expresidente Luis Inácio ‘Lula’ da Silva obtuvo el 48%, muy cerca de la mayoría requerida para asegurar una victoria absoluta en la primera vuelta. Contra todo pronóstico electoral, el presidente en ejercicio, Jair Bolsonaro, recibió el 43% de los votos válidos, con lo cual estos dos titanes de la política brasileña se enfrentarán nuevamente el 30 de octubre. Bolsonaro fue el gran ganador en las elecciones para el Congreso y las gobernaciones, que coincidieron con la carrera presidencial, con lo cual el bolsonarismo se fortaleció en Cámara y Senado, en el centro y el sur de Brasil.
Antes de las elecciones del pasado domingo, las encuestas de opinión vaticinaban que Bolsonaro obtendría el 36% de los votos y Lula bordearía el 50%, o incluso ganaría en la primera vuelta con una diferencia de 14 puntos. En las urnas, el margen entre Lula y Bolsonaro fue de 5 puntos. Los encuestadores se equivocaron, pues no midieron la vigorosa fuerza conservadora existente en Brasil, ni el sentimiento anti Lula y su movimiento político, el Partido de los Trabajadores, PT, el más corrupto de la historia.
Los resultados electorales brasileros confirman la existencia de una poderosa resistencia ciudadana, que se opone en las urnas al retorno del socialismo del Foro de Sao Paulo y de la peor escuela de corrupción política de Latinoamérica. Podredumbre personificada por los escándalos de sobornos de los ‘Bingos’, oscura tramoya de entrega de premios de estos inocentes juegos manipulados para disimular la compra de favores legislativos, que desembocó en la caída del entonces ministro de Hacienda de Lula, Antonio Palocci; ‘Mensalão’, la trama de corrupción promovida por el PT para garantizar la aprobación de las propuestas del gobierno Lula; ‘Lava Jato’, el siniestro mecanismo de corrupción global en 24 Estados y 70 países -Colombia incluida-, que involucraba a empresas estatales y poderosas empresas constructoras para financiar al PT; ‘Petrolão’, esquema de corrupción en Petrobras utilizado para el cobro de sobornos a contratistas, blanqueo de dinero, evasión de divisas, sobrefacturación de obras contratadas para llenar las arcas del PT y los bolsillos de funcionarios y políticos petistas durante los gobiernos de Lula y su protegida, Dilma Rousseff.
La segunda vuelta presidencial será muy reñida. Al bolsonarismo le fue mejor de lo esperado, especialmente en los populosos Estados de São Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro, los ejes del poder económico y político en Brasil. Bolsonaro posiblemente se concentrará en el fuerte sentimiento anti-Lula, el PT y su tenebroso historial de corrupción. Lula necesita ganar más votos de centro, para lo cual es previsible que matice artificialmente su discurso socialista, que le permita superar su elevado índice de rechazo popular y pueda mostrarse como un estadista honesto, renovado y moderad Lo.
Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
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