Pobre Chile, los constituyentes llueven miseria, auguran dolores y presagian hundimiento institucional.
Las violentas manifestaciones estudiantiles chilenas que se iniciaron el 14 de octubre de 2019, condujeron al Acuerdo por la Paz Social y la nueva Constitución firmado el 15 de noviembre de 2019 y al plebiscito del 25 de octubre de 2020, que por una mayoría del 78%, aprobó la convocatoria de una Convención Constitucional.
El 16 de mayo de 2021, el pueblo chileno eligió por voto popular a 155 ciudadanos con paridad -entre hombres y mujeres- y escaños para los pueblos originarios. Los constituyentes tienen plazo hasta el 4 de julio de 2022, prorrogable por 90 días, para redactar y aprobar la propuesta de una nueva Constitución. El texto constitucional será luego sometido a un plebiscito con voto obligatorio para que se apruebe o rechace.
El pasado 1 de febrero, se acabó el tiempo para que los constituyentes y la ciudadanía presentaran proposiciones de normas constitucionales a la Convención. Los constituyentes presentaron 947 proyectos de reforma, mientras que la ciudadanía consolidó 78 en total, para lo cual necesitó reunir 15.000 firmas y promover una participación de un millón de personas. A lo anterior se suman 250 ponencias formuladas por los pueblos indígenas allí representados. En total, entonces, se trata de 1.275 disposiciones constitucionales que comenzaron a votarse este mes en las siete comisiones que conforman la Constituyente.
El pasado 15 de febrero, se realizó el primer debate plenario en el cual se votaron las mociones inaugurales. Para su aprobación, se requieren dos tercios de los 155 constituyentes, equivalentes a 103 votos.
Los informes conocidos sobre el avance de los trabajos realizados por los constituyentes chilenos son deplorables. El constituyente, Patricio Fernández, escribe en sus crónicas semanales, que “el desorden es grande, abunda el cansancio y la dispersión, no hemos conseguido estructurar una coordinación política y hay, en efecto, buenas razones para la desazón”.
Mario Waissbluth, ingeniero y fundador de Educación 2020, denunció que hay un grupo que se ha instalado en la Convención con una euforia refundacional, que “da la impresión de que sienten que no tienen ningún obstáculo político, institucional ni económico para refundar el país”; sobre el Estado Regional -una de las primeras normas constitucionales aprobadas- sostiene que “la actual propuesta de Estado Regional, con Regiones Autónomas, Comunas Autónomas y Territorios Autónomos, todos con la facultad de cambiar la tributación y emitir deuda pública, es delirante. Están diseñando un país que va derecho a ser un Estado fallido”.
Desde la derecha política, los constituyentes como Bernardo Fontaine aseguran que “la discusión constitucional parece un barco a la deriva con riesgo de naufragio”. Fontaine evidenció su preocupación por algunas de las providencias constitucionales como la estatización de la minería y la cesación de los derechos de agua, que mantienen la economía y la agroexportación de Chile.
Pobre Chile, los constituyentes llueven miseria, auguran dolores y presagian hundimiento institucional.
ANDRÉS ESPINOSA FENWARTH
Miembro del Consejo Directivo del ICP
Hector Gutierrez P
Iniciar con una Constituyente es lo más conocido de los izquierdistas, con ello buscan meter todos los goles y Micos que el pueblo Normal permita en la Constitución y en la forma de Gobierno. Todo se introduce con Derechos para los constituyentes, pero No aclaran ninguno de los deberes a cumplir para que la armonía se garantice y No contemplan los costos de tantos derechos y los pocos aportes exigibles con los deberes que No mencionan ni exigen; el futuro es un Pueblo inviable y recostado a quienes realmente tributan.