En materia de inversión extranjera directa en Perú, Colombia podría ver un marchitamiento progresivo del saldo actual de 1.179 millones dólares.
Los primeros días del asombroso desgobierno e improvisación del presidente peruano, Pedro Castillo, han sido lamentables. La tardía y desordenada designación del cuestionado gabinete ministerial le puso punto final a la estrategia de falsa moderación requerida para garantizar la proclamación presidencial y la consecuente toma del poder de la democracia peruana. Las horas que siguieron mostraron la verdadera cara del nuevo régimen y permiten identificar las principales tendencias que podrían regir los destinos del vecino país en manos del presidente Castillo: populismo, comunismo, polarización y enfrentamiento con la oposición.
Las primeras decisiones del presidente Castillo, rebajarse el sueldo al nivel de maestro de primaria y abandonar la residencia presidencial -la Casa de Pizarro- por razones de fingida justicia colonial para convertirla en el Museo de las Culturas, son acciones que confirman su talante populista. Entre bastidores, Vladimir Cerrón -marxista y leninista adoctrinado en Cuba, líder del partido Perú Libre que le despejó el camino presidencial a Castillo- impuso su sello comunista de extrema izquierda con la escogencia a dedo de Guido Bellido como presidente del Consejo de Ministros -investigado por terrorismo y apología de Sendero Luminoso-, y de Héctor Béjar como Canciller -nonagenario exguerrillero formado en Cuba al lado de Fidel Castro y del ‘Che’ Guevara, quien en esos tiempos operaba bajo el alias de ‘Calixto’.
La estrategia medular del presidente Castillo y su mentor condenado por corrupción es la convocatoria de una Asamblea Constituyente, que les permita refundar el país, como lo hicieron desde la jefatura del Estado los Kirchner en Argentina, Evo en Bolivia, Bachelet en Chile, Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua y Chávez y Maduro en Venezuela. La polarización y la lucha de poder resultantes se han transformado en una carrera de obstáculos entre aquellos de la oposición que quieren destituir a Castillo y los que pretenden cerrar el Congreso peruano con relativa legitimidad al provocar, como dispone el artículo 134 de la Constitución, que el presidente disuelva “el Congreso si éste ha censurado o negado su confianza a dos Consejos de Ministros”. El artículo 135 estipula que, durante el interregno parlamentario, el Ejecutivo puede legislar mediante decretos de urgencia con fuerza de ley, los cuales le permitirían al presidente Castillo convocar la Asamblea Constituyente.
Así pues, el Gobierno y el empresariado colombiano con inversiones en Perú deberían esperar lo mejor y prepararse para lo peor. A nivel oficial, es previsible el abandono gradual y estratégico peruano de los esquemas de integración regional, y en particular, de la Alianza del Pacifico y la Comunidad Andina. En materia de inversión extranjera directa en Perú, Colombia podría ver un marchitamiento progresivo del saldo actual de 1.179 millones dólares, representado en intereses públicos y privados de poderosas empresas estatales y trasnacionales en energía, petróleo, transporte, industria, comercio y servicios.
¡Peor imposible!
Roberto Ramírez Ocampo
Nos horrorizamos por el resultado de unas votaciones que recogen la cosecha de años de privilegios.
Eso mismo puede sucedernos, aunque Petro, Uribe y otros se vayan desgastando con el paso del tiempo y nos vayamos quedando sin alternativas, entendiendo que ninguno de los dos puedan ni deban ser opción.
¿Qué nos depara el futuro? ¿Cuál va a ser nuestro legado? ¿un país fraccionado y caminando lentamente al abismo?
Buen artículo, hace reflexionar. Gracias