Las restricciones aplicadas sin orden ni concierto desde el Palacio Liévano, se tradujeron en un detrimento económico.

Desde finales del año pasado, el Gobierno Nacional anunció que el 2021 sería el año de la reactivación económica. Al examinar lo ocurrido en el pasado mes de enero, es forzoso reconocer que las expectativas se desinflaron con la misma velocidad que se impusieron las medidas adicionales de restricción ciudadana y empresarial.

Fedesarrollo estima que el nuevo confinamiento ordena para afrontar el segundo pico de contagio del covid-19 podría traducirse en un costo económico para el mes de enero, que fluctúa entre 8,3 y 12,5 billones de pesos, equivalente al 0,8 y 1,2 por ciento del PIB nacional. 

En materia laboral, se esfumaron entre 146 mil y 220 mil empleos. Las dos terceras partes de las pérdidas económicas y de puestos de trabajo del país se concentran en los sectores de comercio, transporte, manufactura, actividades inmobiliarias y de recreación.

En Bogotá, la siniestra combinación de restricciones a la movilidad y los negocios diseñada por la alcaldesa mayor desde sus vacaciones en Costa Rica, representada por los toques de queda nocturnos y de fin de semana, las cuarentenas estrictas rotatorias por localidades, el pico y cédula, la ley seca y el pico y placa, se llevaron de calle la incipiente recuperación de la economía distrital. 

El costo de estas medidas, calculado por Fedesarrollo para el mes de enero de 2021, fluctúa entre 4,1 y 6,1 millones de pesos, equivalente al 48,8 por ciento de las pérdidas económicas a nivel nacional. 

Dado que Bogotá aporta el 25 por ciento del PIB del país, las restricciones aplicadas sin orden ni concierto desde el Palacio Liévano, se tradujeron en un detrimento económico promedio del doble de la actividad productiva del país.

La tercera encuesta de la Cámara de Comercio de Bogotá sobre la reactivación productiva de Bogotá de enero 2021 confirma lo anterior.

El 57 por ciento de las empresas de la capital opera con restricciones y tan sólo el 7 por ciento lo hace a plena capacidad. El 27 por ciento de las compañías está cerrada temporalmente y el 7 por ciento se encuentra en proceso de clausura o liquidación, como consecuencia de las restricciones distritales impuestas a la actividad económica y las bajas ventas resultantes. 

El 67 por ciento de las empresas redujo sus ventas, mientras que el 25 por ciento informó que las mantuvo; solo el 7,5 por ciento registró aumentos. Entre los aspectos positivos para el desempeño de los negocios, la encuesta destaca la confianza de los consumidores en la adopción y cumplimiento de los protocolos de bioseguridad. 

Los empresarios dijeron que la mayor afectación comercial obedece a la cuarentena total, los vendedores ambulantes, la cuarentena sectorizada, el toque de queda, la falta de clientes, la incertidumbre por más cuarentenas y pico y cédula.

A esta debacle económica y social, se suma el cierre de 53.291 empresas capitalinas el año pasado, el peor desempeño de este siglo.