Sus 47 años de trasegar en la política norteamericana lo confirman. Biden tiene, como presidente, la vacuna contra la polarización, el bipartidismo.

Después de la más agria y reñida disputa electoral de la historia norteamericana, las grandes cadenas de televisión, ABC, CBS, NBC, CNN y Fox, declararon a Joe Biden presidente electo de Estados Unidos, fundamentados en una proyección electoral realizada en los 50 Estados de la Unión que le daría la mayoría exigida de 270 votos en el Colegio Electoral. 

Biden obtuvo, además, la mayor votación popular de todos los tiempos, cercana a los 74 millones. Los medios de comunicación de los cuatro puntos cardinales replicaron al unísono esta noticia, que presuntamente le ponía fin a la angustia ciudadana y la incertidumbre política reinantes en Estados Unidos. 

La luna de miel duró poco. Los voceros de la campaña republicana anunciaron una seguidilla de demandas ante las cortes de los estados con los márgenes electorales más apretados que, por ley, deben ser resueltas satisfactoriamente para su certificación. 

Ojalá antes de la fecha prevista para la escogencia de los miembros del Colegio Electoral, el 8 de diciembre, o con anterioridad a su primera sesión, el 14 de diciembre.

Es probable que el presidente electo tenga que lidiar con la polarización política resultante y un Senado controlado por los republicanos. En la campaña demócrata, nadie pensó en estos escenarios. El foco de los debates se centró en los grandes planes que perseguiría el partido demócrata después de haber barrido a los republicanos en Washington. Esto no ocurrió. Donald Trump es el segundo candidato más votado de la historia desde 1900 con 70 millones de fervientes seguidores. A lo anterior se suman los escaños adicionales conseguidos en la Cámara de Representantes y la mayoría conservadora fraguada por el presidente Trump en la Corte Suprema de Justicia con la elección de la magistrada Amy Barrett. El trumpismo mantiene, por tanto, su vigencia política. 

Los escrutinios electorales del 3 de noviembre indican que el ala radical del partido demócrata –socialista si se quiere– representada por Elizabeth Warren, Alexandria Ocasio-Cortez y Bernie Sanders, perdió relevancia política. Al examinar el abanico de contrincantes demócratas que Joe Biden derrotó en las primarias, se concluye que él está mejor preparado para trabajar con los republicanos, cualidad considerada irrelevante por su partido. Incluso por su antiguo contendor a la nominación demócrata, Kamala Harris –su fórmula vicepresidencial– quien entonces consideraba la cortesía bipartidista como una reliquia de una época pasada”.

En opinión de Bill Galston, ex funcionario de la Casa Blanca de Bill Clinton, Joe Biden fue el “único que citó el bipartidismo como una virtud”. Según Rahm Emanuel, antiguo jefe de gabinete de la Casa Blanca del presidente Barack Obama, “si hay un demócrata que podría trabajar para obtener algunas prioridades demócratas en el Senado, ese es Joe Biden. Él conoce esa institución mejor que nadie en Washington”. Sus 47 años de trasegar en la política norteamericana lo confirman. Joe Biden tiene, como presidente electo, la vacuna contra la polarización, el bipartidismo.