El Instituto Bennett de Políticas Públicas de la Universidad de Cambridge realizó en 160 países, Colombia entre ellos, el informe académico más ambicioso de nuestro tiempo sobre juventud y democracia. El estudio se fundamenta en el mayor conjunto de datos de la historia con 4,8 millones de encuestados y el uso de 43 fuentes regionales analizadas entre los años 1973 y 2020.
Los resultados deben ser fuente de profunda preocupación entre el gobierno, los partidos políticos, las universidades y los centros de pensamiento que forjan y orientan la opinión de la juventud colombiana. La Universidad de Cambridge comprueba que las generaciones más jóvenes se han vuelto cada vez más escépticas, decepcionadas con la democracia en todo el mundo, no solo en términos absolutos, sino también en términos relativos.
En particular, se observan descensos notables en cuatro regiones: América Latina, África, Europa occidental y las democracias anglosajonas.
Los factores que contribuyen al creciente descontento de los jóvenes con la democracia es la exclusión económica, los altos niveles de desempleo juvenil y la desigualdad.
En otras palabras, existe una brecha cada vez mayor entre las valoraciones del funcionamiento democrático entre los jóvenes y los mayores que detentan los hilos del poder político y empresarial.
En las democracias emergentes de Latinoamérica, África y el sur de Europa, el informe de la Universidad de Cambridge encuentra signos de ‘fatiga transicional’.
Es decir, en la medida en que las generaciones más jóvenes alcanzan la mayoría de edad, se evidencia una carencia de memoria histórica respecto de la lucha en defensa de la democracia y la separación de los poderes públicos; sin embargo, sí ven con claridad y rechazan con vehemencia la corrupción que impera a nivel regional.
Resulta aún más preocupante que los jóvenes se sientan atraídos inicialmente por líderes populistas y la consecuente satisfacción temporal con la democracia, que luego se desploma al comprobar la peligrosidad de sus proyectos y el incumplimiento de sus mandatos.
La advertencia es clara. Debemos luchar contra el desencanto juvenil con propuestas económicas que incorporen empleos productivos e inclusión social y política.