El Gobierno hace bien en volver a la aspersión aérea de cultivos ilícitos con glifosato en defensa de la seguridad nacional.

De acuerdo con el Plan Nacional de Desarrollo 2018- 2022, la política integral de lucha contra las drogas ilícitas incluye la reactivación del programa de aspersión aérea con glifosato. 

Su reanimación se podría perfeccionar en septiembre próximo, en cumplimiento de los minuciosos preceptos legales y severos parámetros establecidos en la sentencia T-236 de 2017 de la Corte Constitucional.

Esta norma estableció las “características mínimas” que el Consejo Nacional de Estupefacientes debe tener en cuenta para reanudar la aspersión aérea, suspendida por presión de las Farc por las Resoluciones 006 de 2015 del mencionado Consejo y No. 1214 de 2015 de la Agencia Nacional de Licencias Ambientales, ANLA.

En desarrollo de esta disposición constitucional, la Policía Nacional le solicitó a la ANLA, en diciembre de 2019, la modificación del Plan de Manejo Ambiental que permita reactivar la aspersión aérea en las zonas de la geografía nacional con alto grado de afectación cocalera en las cuales se dificulte la ejecución de otros programas de erradicación.

Para ello, la Fuerza Pública tuvo en cuenta la evaluación de los posibles impactos geográficos, ambientales y socioeconómicos, cimentados en estrictos criterios de focalización, priorización, densidad poblacional, presencia de comunidades, seguimiento exhaustivo y coordinación con los otros programas que se ejecutan en la erradicación de cultivos ilícitos en el país. 

El área de influencia del esquema de aspersión con glifosato –herbicida de amplio espectro, bajo costo y eficacia comprobada como matamalezas en la agricultura comercial en 170 países desde hace 45 años, Colombia incluida– comprende las zonas afectadas por los cultivos ilícitos del alcaloide con presencia de organizaciones terroristas, carteles mexicanos y narcotraficantes en grandes extensiones y elevada densidad en los departamentos de Antioquia, Bolívar, Caquetá, Cauca, Choco, Córdoba, Guaviare, Meta, Nariño, Norte de Santander, Santander, Putumayo, Valle del Cauca y Vichada. 

La aspersión aérea excluye los parques naturales nacionales y regionales, así como los territorios de comunidades étnicas, los predios fronterizos con Ecuador y Venezuela y los lotes de personas naturales que hubieren suscrito y cumplan los compromisos previstos en el programa de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos. 

Para aumentar la capacidad de erradicación manual de 260 hectáreas/día a la aspersión aérea de 400-600 hectáreas/día, se redujo la mezcla del herbicida, aumentó la parte de agua y especificó el uso de coadyuvantes para lograr mayor impacto en la aspersión y menor repercusión ambiental, sin deriva aérea. 

La aplicación controlada de glifosato se fundamenta en el uso de inteligencia artificial satelital de última generación, georeferenciada y de enorme precisión –hasta 40 centímetros– en aviones y helicópteros militares. 

El Gobierno hace bien en volver a la aspersión aérea de cultivos ilícitos con glifosato en defensa de la seguridad nacional –por cierto al amparo de la salvaguarda existente en el acuerdo de paz– antes de que el país se convierta en un verdadero narco Estado, como pretenden sus detractores. 

Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
andresespinosa@inver10.co