De acuerdo con la Real Academia de la Lengua, un pasota es una persona impasible ante las cuestiones que importan o se debaten en la vida nacional. El vocablo pasota se popularizó en la naciente monarquía constitucional española de los años 80 para denominar peyorativamente a los connacionales que se acomodaban deliberadamente al margen de la lucha política y social del momento. 

En Colombia también hay pasotas -individuos indiferentes- de cara a determinados aspectos que tienen injerencia trascendental en el acontecer de la nación. Tomemos, por ejemplo, el caso de Venezuela, nación vecina que ocupa el primer lugar del planeta en el Índice de Miseria de Okun, resultante de la aplicación del socialismo bolivariano del siglo XXI inspirado en el Foro de Sao Paulo creado por Fidel Castro y Lula da Silva hace 30 años. 

Los pasotas nacionales hacen como el avestruz para no ver como la siniestra acción coordinada por el Foro de Sao Paulo, complementada por el criollismo disolvente del Grupo de Puebla instituido el año pasado, le apuestan a la toma del poder –supuestamente para el beneficio del pueblo- de todas las instituciones, públicas y privadas, y su transformación socialista al servicio ideológico de los dirigentes y correligionarios de este plan disruptivo de movilización popular. 

En el conocido poema atribuido originalmente al dramaturgo alemán, Bertolt Brecht, titulado Los indiferentes, sobresalen las gravosas consecuencias de esta nociva postura: “primero se llevaron a los judíos, pero a mí no me importó, porque yo no lo era. Luego arrestaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Más adelante detuvieron a los obreros, pero como yo no era obrero, tampoco me importó. Luego detuvieron a los estudiantes, pero como yo no era estudiante, tampoco me importó. Finalmente detuvieron a los curas, pero como yo no era religioso, tampoco me importó. Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde.” 

¡Abramos bien los ojos!, pues como decía el escritor y político irlandés, Edmund Burke, “lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada”.