En el caso colombiano, China ha sido fuente de desangre permanente de la balanza de pagos desde hace 20 años. 

Desde comienzos del presente siglo, China ha desarrollado un interés político, estratégico y económico en Latinoamérica. A finales del 2008, Beijing publicó su primer documento de políticas regionales, un lienzo de buenas intenciones que establecía los términos generales de la cooperación bilateral. En junio del 2012, el primer ministro Wen Jiabao elevó la relación transpacífica a nivel poético al establecer un paralelo entre la historia milenaria de China y la sapiencia de las antiguas culturas inca y azteca. Jiabao presentó entonces cuatro propuestas para fomentar la cooperación política entre las partes: desarrollo económico, seguridad alimentaria e intercambio humano y científico.

Estas propuestas se apoyan en préstamos por valor de 141 mil millones de dólares concedidos en el periodo 2005-2018, fondos que China utiliza para ampliar su radio de influencia estratégica regional. 

En enero del 2015, el presidente Xi Jinping participó en un foro de la Celac realizado en Beijing, en el cual los países latinoamericanos convinieron un plan de cooperación a cinco años. En el 2016, China público un nuevo documento sobre América Latina y el Caribe, que buscaba fortalecer la cooperación en comercio e inversión, agricultura, energía, infraestructura, fabricación e innovación tecnológica, intercambios militares y cooperación regional. En enero del 2018, la reunión ministerial China-Celac acordó un nuevo plan de cooperación hasta el 2021, que abarca el endurecimiento del bloqueo a Taiwán y una declaración sobre ‘la nueva ruta de la seda’.

Los objetivos económicos de China en Latinoamérica son asegurar el acceso a materias primas y productos agrícolas; consolidar nuevos mercados para sus productos de mayor valor agregado; asociarse con empresas latinoamericanas para acceder y desarrollar tecnología, y asegurar oportunidades de inversión para sus empresas de infraestructura. En desarrollo de esta visión, el comercio entre China y América Latina aumentó de 17 mil millones dólares en el 2002 a 306 mil millones de dólares en el 2018. China se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, Chile, Perú y Uruguay. En el caso colombiano, China ha sido fuente de desangre permanente de la balanza de pagos desde hace 20 años, habida cuenta de que el déficit comercial acumulado asciende a 65.278 millones de dólares. Actualmente, China explica el 83 por ciento del creciente desbalance comercial de nuestro país, el cual sumó 7.106 millones de dólares el año pasado. 

Para China, sus intereses políticos prevalecen sobre los demás. Así lo demuestra la equivocada postura adoptada con motivo de la pasada Asamblea que el BID había programado en Chengdu para celebrar los 60 años de su fundación. El BID se vio forzado a cancelarla luego de que Beijing se negara a permitir que un delegado del presidente interino, Juan Guaidó, asistiera en representación de Venezuela. El apoyo de China a la dictadura socialista de Nicolás Maduro es un asunto que enfría las relaciones con las naciones que apoyan el regreso de la democracia en el vecino país.