Este mes se celebran los primeros 20 años de la Organización Mundial de Comercio, OMC, institución multilateral que además de regir los destinos del comercio global, sirve de foro de negociaciones y de centro de solución de disputas a nivel internacional.
Su creación y consolidación no ha estado exenta de tropiezos y crisis existenciales. Su antecesora, el GATT, surgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial con 23 miembros congregados en el seno de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Empleo, reunida en La Habana en enero de 1947.
Profundas discrepancias en el Congreso de Estados Unidos impidieron entonces la consolidación de un organismo internacional de comercio, razón, por la cual el GATT operó provisionalmente como un tratado internacional de aranceles y comercio hasta 1994.
El parto que dio a luz a la OMC duró 9 años, contados desde el momento en que se lanzó la negociación multilateral de la denominada Ronda Uruguay en Punta del Este en septiembre de 1986, cuya declaración de principios, métodos y áreas de negociación se inspiraron en el trabajo seminal de un distinguido diplomático colombiano, el embajador Felipe Jaramillo, a la sazón representante de Colombia ante el GATT.
En aquel tiempo, el laborioso y complejo proceso de construcción del andamiaje legal de la OMC se realizó con el concurso de 135 naciones, Colombia entre ellas.
De fracaso en fracaso, al final del camino la OMC se convirtió en una realidad, como lo atestiguan la reunión del Consejo General del GATT en Ginebra, Suiza, de diciembre de 1993 y la asamblea ministerial de Marrakech, Marruecos, de abril de 1994. De la cual se refrendaron a nivel político las decisiones de los negociadores, que en representación de nuestros países, hicimos historia al crear un organismo multilateral que rige actualmente la globalización.
Desde entonces, la OMC ha recibido 33 nuevos miembros para completar 160 naciones, que representan el 98 por ciento del comercio mundial.
La OMC se mueve como el GATT, entre luces y sombras. De un lado, en la ciudad de Seattle, Estados Unidos, fracasó la cumbre ministerial en 1999, que pretendía lanzar una nueva ronda de negociaciones, similar a lo ocurrido en Cancún 4 años después. Allí nació el movimiento antiglobalización, tiznado de violentas protestas callejeras, que desde entonces acompaña los procesos de liberalización comercial.
Pasarían dos años antes de lanzar la Ronda Doha en medio de la seguridad del enclave militar estadounidense de Catar, que hasta la fecha no ha generado más que frustraciones a los países en desarrollo, que supuestamente serían los favorecidos.
Del otro, la Conferencia Ministerial de la OMC reunida en Bali, Indonesia, en diciembre del 2013, y el Consejo General convocado en Ginebra un año después, prendieron una luz de esperanza con un paquete que actualiza las normas multilaterales y facilita el comercio mundial.